lunes, 27 de enero de 2014

Padre Nuestro...








Orar es abrirnos a Dios, es gozar de El, Dios es Inteligencia, Amor, Voluntad y acción. 


Para algunos, Dios no pasa de ser un concepto, para otros es un mito. Pero para quien tiene la felicidad de “conocerle”, Dios es la realidad, la verdad, el epicentro, la explicación primera y última de todas las realidades.

La oración es abrir la consciencia a Dios y relacionarse conscientemente con Él.  Es una apertura de nosotros mismos, una expansión de nuestro interior, una comunicación profunda, esencial, con la  fuente Suprema de nuestro propio ser. Es decirle nuestro amor con palabras o sin ellas, con sentimientos amorosos o en estado de aridez, tal como Él mismo nos inspira y nos ayuda, porque sin Él sería imposible orar. 

El corazón es un lugar especial de la oración porque en esta región del ser humano  es donde reside esa chispa Divina de Dios en nosotros, donde sucede la unión, el encuentro. Orar es estar con nuestro Padre, permanecer en su compañía, conversar con él, dialogar... con palabras, con actitudes, con gestos, con sentimientos, con obras. En fin, es estar ahí junto a Él, simplemente porque le amamos y le necesitamos para ser conscientes y obrar adecuadamente. 

Para entrar en la intimidad divina es necesario disponer de algunos espacios de tiempo tranquilos para “recoger” la propia vida y “acoger” a Dios. La verdadera vida de oración siempre supone un tiempo destinado únicamente a ella. Cuanto más constante, vivo, pleno y profundamente vivenciado es el tiempo destinado a la oración tanto más influye su resonancia en todo el resto del tiempo y por tanto en la vida. 
La verdadera oración no se reduce a episodios más o menos frecuentes de la vida de una persona, sino que es una característica fundamental de su vida.


El sentimiento que nos hace orar es siempre muy íntimo y proviene de las entrañas mismas del ser. Debemos orar porque lo necesitamos, porque en nosotros hay una necesidad de esa comunicación plena, total, perfecta y sólo Dios cumple totalmente esa función de ser alguien con quien podemos entendernos del todo y comunicar ciertos impulsos, aspiraciones, ciertos matices interiores que son totalmente inexpresables con otras personas, pero con Dios podemos expresar todo ese contenido interno y, a su vez, vamos aprendiendo nuevos conocimientos sobre la vida insondable de Dios.

Orar significa romper una barrera que hay en la mente y en el corazón que mantiene encerrado al ser humano dentro de una idea y de un sentimiento de aislamiento. Cuando somos y estamos con Dios, nos comunicamos con alguien infinito. Y esto supone un crecimiento y una expansión de nuestra inteligencia y de nuestro corazón.


Iré compartiendo algunas oraciones que te pueden ayudar a esos momentos de encuentro con Dios. 

Para esta ocasión, elegí una versión del Padrenuestro, la oración que Jesús le enseñó a sus discípulos cuando le pidieron que les enseñara a orar.

"Padre-Madre nuestro,
 que estás en el Cielo del Cáliz de mi corazón,
Santificado sea tu Sagrado nombre Yo Soy,
Santificada sea tu Sagrada Llama de Vida Eterna.
Venga tu Reino, ahora, a través de tu Hijo resucitado en mi corazón,
en mi ser, a través de mi alma.
Hágase tu Voluntad en la Tierra,
a través del Cristo resucitado en la familia del hombre,
como en el Cielo,
a través de Tu Familia de Angeles, Devas y Ascendidos.
Danos hoy el pan nuestro de cada día,
la corriente Eterna de Sustancia de Luz electrónica,
que sostiene nuestro propio ser,
y desde la cual podemos crear toda perfección.
Perdona nuestras ofensas, 
a Tu Unica gran Ley de Amor Eterno, 
la Armoniosa Calificación de Tu Pan diario de Vida,
de la misma manera que nosotros perdonamos a aquellos
que violan nuestra Armonía.
Y condúcenos a Tu Reino de causa Perfecta,
mas libéranos de la ilusión, de los efectos,
de la consciencia humana.
Porque Tuyo es el Reino,
la Unidad de toda Vida en Luz,
y el Poder,
que es Resucitarlo todo de nuevo hacia Ti,
y la Gloria,
de Tu Propia Perfección siempre Expandiéndose,
por Siempre y para Siempre,
en el Momento Eterno de Ahora.
Amén y Amén,
como Tu Nombre,
YO SOY."


(Oración tomada de la Comunidad Servidores del Cristo).

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