Piscis: "Abandono el hogar de mi padre y retornando salvo".
La energía pisciana nos brinda la oportunidad de entender el papel de la renunciación y el poder de la intuición para que el alma realice su misión.
El símbolo de Piscis, los dos peces, representan la unión que existe entre el alma y la personalidad de una persona. Durante largas eras, el alma es la presionera de la personalidad. La redención de la materia y la elevación de la conciencia es el propósito subjetivo de nuestro paso en esta vida. La energía de Piscis estimula nuestra sensibilidad espiritual innata.
En la espiral más elevada, la energía de Piscis genera la calidez del amor y la compasión, necesarias para la transformación, así, la tendencia del psiquismo se transforma en percepción e inspiración espiritual, la codicia en renuncia, el instinto de supervivencia en abnegado servicio mundial, la autocompasión en compasión, simpatía y comprensión divina, la devoción a las necesidades personales en una respuesta sensible a las necesidades de la humanidad, el apego al entorno y la situación personales en desapego de la forma y la capacidad de identificarse con el alma.
Es por eso que Piscis representa nuestro retorno a casa...y solo cuando lo perdemos todo podemos ganarlo todo.
Saludemos a las fuerzas cósmicas de toda vida y afirmemos nuestra responsabilidad con ella mediante este antiguo Mantram:
"Oh Tú, sustentador del Universo,
de Quien todas las cosas proceden,
a Quien todas las cosas retornan,
revélanos el rostro del verdadero Sol Espiritual,
oculto por un disco de luz dorada,
para que conozcamos la verdad,
y cumplamos con todo nuesro deber,
mientras nos encaminamos hacia Tus sagrados pies."
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