"Sin lugar a dudas, lo más valioso cuando un niño es abrazado por su madre o la persona encargada de cuidarlo, experimenta de manera constante el amor incondicional, puesto que no se le castiga con el aislamiento cuando agrede a la persona que lo carga. Se le amonesta, pero se le sigue manteniendo estrechado contra el corazón.
Los abrazos son el puerto más seguro, un abrazo contínuo que le da seguridad. La "secure base" como lo han definido los investigadores del vínculo materno.
Gracias a la atención individual recibida, el niño es capaz de sentar los primeros cimientos de su individualidad. Sólo cuando ha tenido una vinculación segura, mientras es abrazado por su madre y otras personas que lo rodean, el niño puede separarse de ellas y seguir afirmando en todas sus experiencias vividas lo ya grabado en su cerebro: la disposición a vincularse, la confianza en los demás y en sí mismo, la apertura al contacto físico, la concienzuda formación de las energías corporales y afectivas en beneficio de los intereses sociales, la necesidad de establecer relaciones personales. En resumen, la capacidad de amar.
A diferencia de los científicos, una persona normal, arraigada todavía a sus instintos, a las leyes de la creación y a las tradiciones, no se cuestiona acerca de su forma de vida...simplemente vive." Jirina Prekop
(Tomado del libro El Abrazo como forma de Vida", por Laura Rincón Gallardo). |
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