domingo, 18 de mayo de 2014

El Sol, fuente de transformación.


El método más eficaz para renovar la materia del nuestro organismo es el sol. Todas las mañanas el sol que envía por todas partes al espacio partículas luminosas de una gran pureza.

Podemos arrojar de nuestro ser físico y psíquico las viejas partículas usadas, apagadas, enfermas, y reemplazarlas por esas nuevas partículas que vienen del sol.  Sólo los rayos del sol están hechos de una materia que no dejan residuos, por eso tenemos que aprender a nutrirnos con este elemento superior que es la luz.

Estamos habituados a nutrirnos solamente con alimentos sólidos, líquidos o gaseosos, pero ¿qué hacemos con el cuarto elemento que es el fuego, la luz?  El hombre necesita alimentarse de luz para nutrir su cerebro. ¡El cerebro también quiere comer!… Y la luz es su alimento: ésta despierta en el hombre las facultades que  le permiten penetrar en el mundo espiritual. Mientras el hombre se contente con alimentar el cerebro de partículas sólidas, líquidas o gaseosas, que no son las que necesita, estará muy limitado en su comprensión. Comprenderá quizá las cosas de la tierra, pero los misterios del universo se le escaparán

El cerebro es un órgano jerarquizado, está constituído por varias zonas: unas contienen centros que permiten manejar las realidades del mundo material e intelectual, otras, contienen centros capaces de entrar en relación con las realidades del mundo espiritual, del mundo divino. 

Podemos acelerar la transformación de la viejas partículas con la intensidad de nuestro amor. Cuanto más amemos la luz, más la atraeremos hacia nosotros. El alimento contiene fuerzas y elementos sutiles venidos del espacio que sólo una alimentación consciente puede permitimos recibir. Estos elementos que pertenecen al plano etérico, al plano astral e incluso al plano mental, pueden ayudarnos a mejorar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y todo nuestro comportamiento.

Cuando estamos sentados frente al sol siempre recibiremos sus beneficios físicos de calor y luz, pero estar conscientes de sus elementos más sutiles, pueden ayudar a nuestra evolución espiritual, pues sus rayos transmiten su vida, su amor, su sabiduría y su belleza. 

Un ejercicio muy útil es tomar partículas divinas a la salida del sol e introducirlas en nosotros con el pensamiento, la imaginación, de esta forma, poco a poco se irán regenerando la materia de nuestro ser; gracias al sol, pensaremos y actuaremos como un hijo de Dios.


Abre en ti las millares de puertas por las que esos rayos pueden entrar a depositar sus tesoros, y llena todo tu ser con sus beneficios, así podrás recibir los elementos que te ayudarán a profundizar en las leyes y en los misterios de la naturaleza, la dicha y la paz.





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