Hay dos cosas importantes en la vida: el nacimiento y la muerte, todo lo demás es
trivial.
La primera ya ha sucedido, ya no se puede
hacer nada al respecto. La segunda aún
no ha ocurrido, pero puede pasar en cualquier momento y se puede hacer
mucho. Pero la gente no piensa en ella,
mas bien, hasta evitan el asunto o lo hacen con rodeos: cuando alguien muere, decimos que Dios lo ha
llamado, que Dios lo amaba mucho, que se ha ido al cielo, que ha pasado al otro
mundo, Dios llama antes a quienes más ama, en fin…tenemos tanto miedo a la
muerte que tratamos de hacerla lo más bonita posible, decimos que todos han ido
al cielo, no al infierno, es por ello que la adornamos, usando palabras
hermosas para eludir el hecho.
Buda siempre habló de la muerte porque sabe
que es lo único sobre lo cual se puede hacer algo. Dice “eres como la hoja amarilla”, que
representa la muerte, en cualquier
momento puede caerse. En cualquier
momento la muerte va a poseerte, el mañana puede que nunca llegue, incluso el
siguiente instante no está seguro. Este, es el único momento del que puedes
estar seguro.
Qué estás haciendo entonces para ese gran viaje
hacia lo desconocido? Si puedes arraigarte
en tu ser, alerta, consciente, observador, verás que no eres el cuerpo, no eres
la mente, no eres el corazón.
Sencillamente eres el alma que atestigua, y ese testigo irá contigo
hasta la muerte. Ese estado de ser testigo
es el origen de toda religiosidad, aquellos que han alcanzado ese origen son
los iluminados, los Budas.
Si consigues ser más consciente cada vez,
podrás llevarte esa consciencia contigo.
Has ganado algo que puedas llevarte contigo?
Osho
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