El ego siempre está anhelando más poder, más fuerza, crea
tanto alboroto, tanta niebla, que no te deja ver, te deja ciego, quiere hacer
las cosas por la fuerza, te mantiene ocupado, con prisa. El ego es totalitario,
dictatorial, no quiere ninguna rebelión en su contra, destruye cualquier
posibilidad de liberarte de él. El ego
es muy astuto: te convence de que “yo soy tú”.
Por eso, cuando surge la idea de abandonar el
ego empiezas a sentirte como si estuvieras perdiendo tu identidad. El ego no es tu identidad, el ego no te deja
saber realmente quién eres. Te mantiene ocupado en un deseo o en otro,
antes de haber cumplido un deseo ya ha creado diez más para que nunca exista un
vacío, porque en ese vacío cabe la posibilidad de que veas y reconozcas la
completa locura y esclavitud de tu vida.
Una vez que la hayas visto ya no puedes seguir formando parte de ella.
Buda dice:
Si determinas tu rumbo por la
fuerza o con prisa, te pierdes el proceder de la ley. Te pierdes todo el quid de la existencia,
porque la existencia solamente esta disponible en toda su belleza y bendición para
aquellos que viven de manera relajada, para aquellos que nos son ambiciosos,
que no están ocupados en un futuro, que todavía no existe, para aquellos que
descansan en su sitio en el momento presente porque este momento lo es todo.
Si vas apresurado, si tienes demasiada prisa
te lo perderás, tus ojos no podrán ver, permanecerán nublados, seguirás tenso,
no podrás ver eso que es, siempre estás anhelando aquello que debería ser. El “debería ser” es más importante que “eso
que es”. Y la existencia es “eso que es”.
En ese estado de relajación, el Tao abre sus puertas. Buda denomina al Tao dhamma, traducido del inglés como “ley”. Pero “ley” no indica realmente el significado
de la palabra dhamma.
Dhamma quiere decir la naturaleza de la existencia, la
armonía de la existencia, aquello que mantiene la existencia unida, la
interconexión universal.
Osho
Muy verdadero lo que en estas líneas se Lee 🌷
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