Solamente es tuyo aquello que no te pueden
quitar, ni siquiera la muerte te lo puede quitar. Nada que se te pueda quitar es tuyo. No seas posesivo con algo que se te pueda
quitar porque tu posesividad te creará angustia.
Alejandro Magno, en un encuentro con el gran
místico Diógenes, de quien tenía celos, un día fue a verlo. Se quedó impresionado con su belleza: desnudo, sin acicalar, sin adornos. El mismo Alejandro estaba lleno de
ornamentos, engalanado, pero frente a
Diógenes se le veía muy pobre. Le
dijo: “Me siento celoso de ti, parezco
pobre comparado contigo, pero tú no tienes nada! Cuál es tu riqueza?
Diógenes le contestó: “No deseo nada, mi tesoro consiste en no
desear nada. Soy un maestro porque no
poseo nada, la falta de posesión es mi maestría, y he conquistado el mundo
entero porque me he conquistado a mí mismo.
Mi victoria va conmigo, sin embargo, tu victoria te la quitará la muerte”.
Cuando Alejandro se estaba muriendo, se acordó
de Diógenes, de su risa, su paz, su alegría, recordó que Diógenes tenía algo
más que va más allá de la muerte y se percató:
“Yo no tengo nada”. Lloró, los ojos se le llenaron de lágrimas y les
dijo a sus ministros: “Cuando muera y llevéis
mi cuerpo al cementerio, dejad que mis manos cuelguen por fuera del ataúd”. Los ministros replicaron: “Pero esa no es la tradición! Por qué semejante petición tan extraña?”.
Alejandro dijo: “Quiero que la gente vea que llegué con las
manos vacías y me voy con ellas vacías, y que toda mi vida ha sido un
desperdicio. Dejad que mis manos queden
suspendidas por fuera del ataúd para que
todo el mundo pueda verlo: hasta
Alejandro Magno se va con las manos vacías”.
Si has conquistado tu consciencia, tu cuerpo
será quemado, se hará cenizas, pero tú no te quemarás. Tú seguirás estando para siempre, eterno, pero esta eternidad solamente
puedes conocerla cuando te transformas en tu propio maestro.
Osho
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