La base del desarrollo de seguridad en la personas tiene que ver con la forma que establecemos los vínculos, éstos nos aseguran la pertenencia y un lazo con los demás, al tiempo que llenan de sentido nuestra existencia.
La energía que los une es el amor, es este amor el que genera la fuerza de individuación y solución que nos permite el avance en todos los aspectos de nuestras vidas.
El primer vínculo que establecemos es con los padres, y la familia, es el vínculo más fuerte de todos porque de allí vino la vida y el amor, dependemos de ellos y funciona bien mientras somos niños.
El crecimiento implica relacionarnos y vincularnos con otros grupos sin que esto conlleve renunciar a nuestra familia de origen, así, los vínculos se tornan en asuntos del vivir y morir: la pertenencia nos garantiza la vida, la exclusión significa la muerte.
También está el vínculo con la pareja, unidos potencialmente por el amor y la posibilidad de generar nueva vida, lo que da paso a un vínculo más poderoso aún, la sexualidad, que está al servicio y sostén de la vida, sin importar el precio.
Cabe señalar que los vínculos no terminan con la muerte, el dolor generado por una "mala" relación no termina cuando una persona muere o la "sacamos" de nuestras vidas, esto lo único que genera es la repetición contínua del evento que lo creó.
La solución es sanar ese vínculo lastimado que lo originó para liberar el dolor y que pueda fluir de nuevo el amor.
Existen diferentes técnicas y terapias que nos ayudan a sanar esas heridas emocionales que nos impiden avanzar en la vida en los diferentes aspectos donde se muestra el estancamiento, siendo las Constelaciones Familiares y la Terapia de Contención, las más efectivas en la actualidad. |
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